lunes, 10 de enero de 2011

La suerte de algunos pájaros.

¿Para qué mirar al cielo si va a estar apagado? Con esas nubes grises que, amenazadoras, tratan de impedir la libertad de los pájaros guía. Que intentan dar frío a los cuerpos frágiles que buscan esa sensación de inspiración. ¿Cómo nadie los ve en lo alto del cielo? ¿Porqué no levantan la cabeza y los aplauden por el simple hecho de intentarlo bajo la tormenta? Simplemente, porque ninguno de nosotros hace eso. Si hubiera una tormenta, nos encerraríamos y seríamos forasteros del clima, imaginando vivir en mar tropical lleno de ángeles ilusionarios.

Pero el frío es más fuerte que todo, y las mentes brillantes tarde o temprano se extinguen en el mismo andar de las mentes ingenuas. Yo también quiero volar. Alto. Lejos. Libre.

Ser uno más de allá arriba, dónde no hay competencias sobre quién vuela más. Dónde la libertad se da en todo los casos. Dónde no hay maldad, porque no se necesita en las alturas. Quiero ser un pájaro, para irme lejos de todo esto. De todo. No tener que preocuparme sobre temas que, en vano, preocupan y transitan mentes inusitadas de recuerdos mas vanos aún. No necesitar jamás el abrazo de un cuerpo, sino el abrazo del viento. No necesitarte más. Ser libre como un pájaro guía.

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