Las mujeres no nos creemos reinas, sabemos que lo somos, pero nos dejamos someter como esclavas para apaciguar la avaricia, y dar el golpe fuerte cuándo la boca esté cerca. No nos gusta vivir en el ojo de la tormenta, tenemos una tormenta dentro desde que nacemos; tormenta de momentos, de sensaciones, de locuras, tormentas nuestras y ajenas, vacías y colmadas de nubes, con lluvia o solamente tormentas nubladas con el desosiego.
Lujuria, pasión, sensualidad. Atributos que muchos usan, pero que ninguno nos quiere dar. No solo las bailarinas tienen gracia, no solo las mujeres de la noche saben moverse así.
Si la tocaras bien, si la quisieras mejor, si no fueras tan hostil. Si pensaras en ella y no tanto en ti. Si la desearas feliz. Si supieras quererla solo por el hecho de ser mujer.
R.C
Bonito
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