jueves, 28 de abril de 2011

Mi hogar.

Y no saben cuánto las extraño. Son felices conmigo o sin mi, yo elegí, ustedes se acostumbraron. creí ser libre, ser feliz y lo soy, pero como las extraño. Sus ocurrencias tontas, sus risas disparatadas, sus palabras fáciles, sus te quiero constante. Esa era mi casa, ahí pertenecía. No es que me arrepienta, pero a veces pienso que no son iguales, pensé remplazar uno por otro pero no, no es lo mismo.
Las pienso, las quiero, las extraño. Ese taponcito que se rompe cada vez que veo sus fotos; esa palabra que sale cuando las veo todo el tiempo, ese abrazo que les doy y ustedes no se dan cuenta. No solo a la importante, sino a todas las que rondaban mi lugar; las que yo no les hablaba pero se preocupaban por mi siempre. Ustedes chicas superpoderosas, por ustedes siento nostalgia. Por las tadres, por las tortas, por sus voces. Hace cuánto que no las escucho hablar mucho rato, hace demasiado que no me siento una de ustedes.
Así como entré me fui, por rebelde, malcriada y desconsiderada. Y hoy les digo, amigas de a noches, niñas de mi recuerdo, monjas de mi convento, flores del jardín de mi antigua casa. Las quiero más de lo que creo, las quise más de lo que pensaba, no me acostumbro a no escucharlas, hoy no soy nadie sino las extraño.


R.C

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