sábado, 12 de marzo de 2011

Oliva y pelón.

Habla muñequita de azafrán, habla. Llora si el dolor de tu cabeza ya no te deja pensar. Ríe si ves que así se te va el dolor del recuerdo. Canta, mi muñeca, canta. Si ves a la nubes de algodón volverse rojas por la furia contenida solo bésalas, como si fueran sus labios de mantilla una dulce bebida hecha para que solo tu la tomes.
Siente, por favor; siente que sin tus manos ya no hay vida más digna que vivir en solitario deseando ser alguien más que no quiere estar solo. Baila; con tu suave aroma a flores que descalabra todo a su paso, con tu manto de digno raso que en vez de parecer vano, parece un delirio de los dioses que tratan de ocultar tu belleza bajo raras maldiciones.
Duerme mi niña de oliva y sal; duerme que bajo la fina lluvia de tus lágrimas se esconde el mejor de los secretos guardados, dando a pensar que son solo recuerdos olvidados que reviven a su ser día tras día. Muéstrame lo que es la belleza de ser puro, la alegría de ser libre, el afán de poder volar. Hazme seguirte hasta los campos infinitos dónde la inspiración es solo un arte más y no existe palabra que te ponga un límite. Sígueme cantando, invítame a abrazarte mi niña de oro y miel. No me digas que estás atada al árbol sin espinas que alguna vez sobre ti cayó, rómpele las ramas absurdas que quieren apretar tu cabeza contra la almohada.
Sé que va a doler el volver al mundo de los vivos, pero haz el esfuerzo de acordarte de mi, porque sin ti ya no estoy vivo, sin ti yo soy la locura producida por demasiadas copas del suave licor mareante de muchas noches atormentadoras. Sé que no es fácil mi muñeca. Pero también sé que en tus recuerdos de muerto viviente va a haber una voz igual a la mía diciéndote que sin ti esto no es vida.




RC.

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