martes, 8 de marzo de 2011

Antaño.

Quiero cambiar el edredón
que engalana este salón
para mirar por el agujero
la fiesta de papel.

Quiero pensar en lo imposible,
ser libre por ser libre,
no necesitar las vacaciones
para disfrutar la vida bacanal.

Siento los ojos en el piso,
las alas en el cielo,
tu nombre sobre el suelo,
el frío de mi verdad.

Cosas de carnavales encantados,
de tambores africanos,
de arlequines disfrazados
con máscaras de tulipán.

Cuentos de historias vagabundas,
de bochones y bolitas,
trompos y marionetas,
mentirosas de algodón.

No quiero cambiar lo de afuera
quiero cambiar la cabeza
del que manda y es mandado
por ideas enfrascadas de antaño.

La hosteria de la vida
me enseñó a vivir siendo de palo
escuchando cosas de chiquilines
con orejas de cartón.

Cosas de carnavales encantados,
de tambores africanos,
de arlequines disfrazados
con máscaras de tulipán.

Juegos de viejos andares
vestidos como juglares
con olor a estrellas rotas
perdidas en la ilusión.

Bicicletas con rueditas,
señores con pajarita,
sueños detrás del mostrador
desmotrando con destreza los fallos del corazón.

Cuentos de historias vagabundas,
de bochones y bolitas,
trompos y marionetas,
mentirosas de algodón.

Cosas de carnavales encantados,
de tambores africanos,
de arlequines disfrazados
con máscaras de tulipán.




R.C

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