jueves, 28 de abril de 2011

Mi hogar.

Y no saben cuánto las extraño. Son felices conmigo o sin mi, yo elegí, ustedes se acostumbraron. creí ser libre, ser feliz y lo soy, pero como las extraño. Sus ocurrencias tontas, sus risas disparatadas, sus palabras fáciles, sus te quiero constante. Esa era mi casa, ahí pertenecía. No es que me arrepienta, pero a veces pienso que no son iguales, pensé remplazar uno por otro pero no, no es lo mismo.
Las pienso, las quiero, las extraño. Ese taponcito que se rompe cada vez que veo sus fotos; esa palabra que sale cuando las veo todo el tiempo, ese abrazo que les doy y ustedes no se dan cuenta. No solo a la importante, sino a todas las que rondaban mi lugar; las que yo no les hablaba pero se preocupaban por mi siempre. Ustedes chicas superpoderosas, por ustedes siento nostalgia. Por las tadres, por las tortas, por sus voces. Hace cuánto que no las escucho hablar mucho rato, hace demasiado que no me siento una de ustedes.
Así como entré me fui, por rebelde, malcriada y desconsiderada. Y hoy les digo, amigas de a noches, niñas de mi recuerdo, monjas de mi convento, flores del jardín de mi antigua casa. Las quiero más de lo que creo, las quise más de lo que pensaba, no me acostumbro a no escucharlas, hoy no soy nadie sino las extraño.


R.C

jueves, 21 de abril de 2011

Mujeres.

Mujeres bellas, mujeres viejas, mujeres pobres en el amor, mujeres ricas en la pobreza. Que las mujeres amen mujeres está mal visto, pero es porque no entienden que amor más puro no existe. Que las mujeres sean poderosas está mal juzgado, pero porque no saben que quién tuvo a alguien adentro y lo quiso desde el primer momento no puede tener maldad. Que seamos grandes, fuertes, bonitas y exitosas no se usa, pero solo por envidia machista.
Las mujeres no nos creemos reinas, sabemos que lo somos, pero nos dejamos someter como esclavas para apaciguar la avaricia, y dar el golpe fuerte cuándo la boca esté cerca. No nos gusta vivir en el ojo de la tormenta, tenemos una tormenta dentro desde que nacemos; tormenta de momentos, de sensaciones, de locuras, tormentas nuestras y ajenas, vacías y colmadas de nubes, con lluvia o solamente tormentas nubladas con el desosiego.
Lujuria, pasión, sensualidad. Atributos que muchos usan, pero que ninguno nos quiere dar. No solo las bailarinas tienen gracia, no solo las mujeres de la noche saben moverse así.
Si la tocaras bien, si la quisieras mejor, si no fueras tan hostil. Si pensaras en ella y no tanto en ti. Si la desearas feliz. Si supieras quererla solo por el hecho de ser mujer.



R.C

lunes, 18 de abril de 2011

Vieja muerta.

Pidiendo limosna un día o dos,
vagabunda anciana en busca de amor.
Golpeando las puertas se la puede ver,
buscando olvidarse de la vieja vejez.
Hedionda la ropa, el cabello, el andar;
luciendo bizarras versiones de libertad
la vieja no puede ni caminar,
y ya nadie detiene el paso a ayudar.
Fantoche de colores marrones y negros,
monstruo repentino de noches azules,
tú que sabes como es la luna llena
dime que hago para conocer el mundo.
Gato pardo cansado de tantos trotes,
lucero apagado de candiles mugrientos,
cuentame, ama de llaves jubilada por el viento,
que pasa en lo silencios de tus calles sin final.
Vieja sombra de antiguos caminos,
tardecita muerta en el pretil de mis tiempos,
zaguán del miedo atormentando momentos,
preguntame porque el tiempo me trajo hasta ti.



A.B

jueves, 7 de abril de 2011

Iluso cabaret. (I)


-¿Porqué las mujeres no pueden entrar al prostíbulo?- Renata se reía de la ocurrencia, de su ingenuidad, de su desfachatez.

- Por que sería muy simple, las mujeres se darían cuenta que clientes prefieren- respondí utilizando la ironía.

Caminabamos por una calle de veredas anchas y luces estupefacientes, veníamos de algún lugar no muy lejos, campera de cuero y jeans rotos, clásico a la hora de ser un hombre por una noche. Sabía lo que decía su mirada audaz, pero todavía no, no estaba lista.

Uno siempre piensa que es fácil tocarse y sentirse vivo, pero para mi no lo era; el hecho de querer amarse era más que solo manos y caricias entreveradas, era un acto mucho más profundo.

- Espera unas cuadras, sabes que no soy un máquina con encendido electrónico.-

- Aunque sea, unos besos aquí y otros allá.- me dijo acercándose sensual y mirándome con ansias locas.

- Si me escapo de tu abrazo te quejas, pero no me dejas otra opción, ahora no, solo espera-

Alguna carita de perro mojado y seguimos la marcha, me reía al saber que ella no me entendía ni me quería entender, se reía al pensar que yo no tenía remedio. Nos conocíamos tanto que ya no bastaban palabras, miradas era lo que había entre nosotras. No era mi novia ni nada, solo la eterna compañera de soledades. Ella ya había tenido sus romances de semanas, pero siempre volvía con las manos vacías y los ojos llorosos. Me gustaba verla a contraluz, figura larga y repartida, sonreía por la alegría producida por el alcohol.

En la última esquina la arrinconé contra una pared y la besé como siempre. Me abrazó rápidamente y comenzó a recorrerme, yo tuve más paciencia, la dejé hacer a gana propia, y cuándo soltó su furia contenida en gemidos, la tomé por la cintura y empezé mi absoluto recorrido, sabía dónde presionar, que tocar, que sentir. Entre besos, manotazos, toqueteos, balbuceos y gritos cortados nos entregamos a la algarabía del deber cumplido.

Nos vestimos jadeando y seguimos camino, carcajada va, risita disimulada viene, seguimos llendo por las calles a Dios sabe dónde. Nos separamos en el mismo lugar desde hace años, un beso rápido y buenas noches es suficiente para nosotras.

Llegué a casa y a oscuras traté de transcribir el furtivo encuentro, sabía que algún día uno de mis relatos se haría famoso y podríamos jactarnos de haberlo cumplido. Al terminar me fijé que había en la heladera, tomé café y me quedé pensando en tantas noches como aquella, en las cuáles todo era más simple; se reducía a dos abrazos.